jueves, 21 de junio de 2012

¿Queréis saber cómo practican el sexo dos almas gemelas?


Imagínate dos puntos de luz que se encuentran. Brillantes, radiantes, llenos de vida. Corretean uno hacia el otro hasta que se encuentran de repente. Chocan y todo lo demás se desvanece, se hace oscuro, nada más importa: solo existe el otro punto de luz. Primero, llega el desconcierto. “¿Quién es el otro y por qué ese halo que le rodea me llama tanto la atención?” Ambos puntos dan vueltas sobre sí mismos, como si se tratara de un ritual danzante. Quieren descubrir qué esconde el otro y por qué les atrae tanto. Algo irremediable se produce en su interior; no lo pueden evitar. Ese “algo” se exterioriza y ambos puntos empiezan a hacerse más grandes, y más intensos si cabe. Laten a velocidad supersónica, no pueden parar eso que sienten y que todavía no saben qué es. ¿Un punto de luz puede tener subconsciente? No importa. El caso es que su subconsciente los junta irremediablemente, hasta que se tocan y no se sueltan. Ambos desarrollan un cuerpo que hasta entonces desconocían y no pueden evadir sus sentimientos. Se les va de las manos, esas que hasta ese momento no tenían. Un beso. No se sabe de donde pero sale un beso. Luego otro. A ese le acompaña otro. Más intenso. Se desata ese latido intenso que les hace parpadear quebradizamente. Esos besos se funden en sus cuerpos, subiendo y bajando como una cabriola, arriesgando cada parte de su “cuerpo”. Sienten el pálpito del otro y uno de los puntos empieza a gemir. “¿Desde cuándo puedo gemir? ¿Desde cuándo puedo sentir esto?” Se pregunta uno. Él mismo se responde: “Hasta ahora ni siquiera podía pensar, preguntarme cosas a mí mismo ni responderme, así que no voy a buscar justificaciones”. Se tocan, se palpan y empiezan los sudores. Ese ritmo frenético les resulta imparable. Pero va a más. No sabían lo que era el control hasta que en ese momento no podían retenerlo: incontrolable. Se excitan súbitamente y pierden el control de su cuerpo, de su luz. El éxtasis llega en un momento cumbre y ambos puntos de luz estallan en una iluminación brutal. Estuvieran donde estuvieran, el silencio solo roto por los gemidos de ambos hasta ese momento se ve invadido por una luz tan radiante que daña, no deja ver más allá de lo imposible. Como si fuera inexplicable, desaparecen los dos puntos y se convierten en uno solo: más grande, más fuerte, más tenaz.
Y así, descubren que siempre habían sido, son y serán almas gemelas, destinadas a iluminar el resto del mundo con su luz exótica y desbordante.

"Underneath" - Adam Lambert

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